sábado, 4 de julio de 2009

APRENDIZAJE Y COMUNIDAD

APRENDIZAJE Y COMUNIDAD
Armando Bauleo

Yo empezaría diciendo que me place que la reunión sea acá y no en un aula, prefiero mucho más que empiece así, sobre todo porque creo que ha llegado el momento en que tenemos que pensar las cosas tal cual se están dando históricamente.

Entonces, aunque Raquel estipula que es una ponencia, yo diría mejor que va a ser una discusión a partir de una serie de datos o informaciones que podemos ir estipulado de a poco.

Comenzaría directamente por el título ¿por qué planteamos la relación aprendizaje-comunidad? Entonces, ese título en realidad es sintético o metafórico, si ustedes lo quieren tomar así, porque más que todo el título apunta a un tipo de problema que puede ser el servicio social y que en realidad implícitamente señala otro tipo de cuestión que es : para qué sirve el conocimiento, qué relación hay entre conocimiento y realidad, la función de la universidad con la sociedad; apunta a todo eso implícitamente. Entonces, forzosamente, cuando nos dicen que tendríamos que hablar sobre un tema determinado, el primer paso es organizar la demanda, es decir qué se nos pide y para qué se nos pide lo que decimos. Frente a esto, uno va a juntar todo el material que puede indicar o que puede señalar o que puede aclarar esa demanda que se ha hecho. De esta manera uno se informa, bueno, cuáles son las comunidades que rodean a la universidad, qué tipo de aprendizaje se hace en la universidad, cómo está cierto tipo a disposición del aprendizaje en este establecimiento.

En el caso nuestro, más bien, nos tenemos que centrar un poco o tenemos que partir de nuestra misma especialidad. Esa especialidad es el área de la psicología, de la psicología social, como le quieran llamar, ya digo psicología o psicología social, lo dejo en el aire, después lo retomaré. Entonces entre todo ese material que uno empieza a juntar para poder observar lo que sucede y para poder responder a esa demanda o por lo menos poderla organizar, hay una serie de papeles que están escritos, que hablan sobre la disposición del aprendizaje. Entonces uno se pregunta frente a esos papeles y frente a esa demanda qué relación hay entre esos papeles, esa organización programática directamente y el servicio social que la Universidad debe cumplir en una sociedad determinada.

No quisiera meterme en problemas específicos, pero desde ya podría señalar algún tipo de elemento que a nosotros nos llamó la atención, y uno de los tipos de elementos que me llamó la atención es que, por ejemplo, el módulo de psicología en realidad es respondido por Politzer en 1927, en la crítica a la psicología del psicoanálisis, cuando directamente plantea los problemas del experimentalismo y cómo las matemáticas son utilizadas como cuarta mano dentro de la psicología. Entonces, me llama la atención que de entrada, dentro de la programática, dentro de lo que se va a enseñar, ya hay un problema como éste. Ese módulo no es contestado ahora, no se puede ya contestar, ya fue contestado; históricamente ese módulo ya fue contestado hace 50 años atrás, por lo tanto, tenemos que hablar de otro tipo de cosas. Y entonces, cuando pasamos a tener que hablar de otro tipo de cosas, tenemos que entrar a hablar de cómo en estos momentos se está planteando el problema de la aproximación, el problema del trabajo, dentro de determinado tipo de organización y , llamo organización porque también acá tendríamos que poner un paréntesis, a qué se llama comunidad. Llamo organización para decir un título un poco organizativo, un poco estructurado; entonces como la psicología, cómo el psicólogo social se ponen en relación con qué instancias.

Entonces, acá les tengo que empezar a contar como una especie de historia vieja, que es un poco la historia nuestra y cuando digo nuestra, es un poco una historia del cono sur, que hemos trabajado durante muchos años. Podemos decir que nosotros empezamos este tipo de problemática hace 15 años atrás, cuando directamente tratamos de enfrentar tipos de problemas como son: qué relación hay entre una entrevista individual y una entrevista grupal, cómo se mira una institución, cómo se mira una organización, cómo se mira una comunidad. Más, desde dónde se parte para ver cada uno de esos elementos, más la posibilidad de definir cada uno de esos elementos y además las corrientes que en estos momentos se acercan a cada uno de esos elementos.

Podríamos decir que en estos momentos, cuando ya hablamos de psicología, ya hablamos de un área, en un área programática en la cual hay distintos objetos definidos dentro de la psicología. Más, podemos decir que tanto los aportes del psicoanálisis, de la lingüística, de la antropología, del materialismo histórico, han sido aportes que nos han permitido observar y que nos permiten acercarnos a cada uno de esos elementos, llámese individuo o grupo, institución o comunidad, de una manera totalmente diferente. Yo les digo que, por ejemplo, en un momento determinado, me hacen una demanda; entonces, lo primero que se pone en juego es quien escucha. Es decir, en estos momentos uno de los problemas principales es no solamente lo que se dice o lo que no se dice en una demanda, sino también quién escucha esa demanda. En estos momentos no poner al observador dentro del campo es una antigüedad metodológica y técnica y el observador dentro del campo ¿cómo entra? Va ser ese que escucha y que va a tener que responder a lo que se dijo y a lo que no se dijo cuando se pidió una cosa determinada.

Fíjense que cuando ya estoy planteando un tipo de cuestión así, esto nos lleva a postulaciones que están dadas como hechas o aceptadas, como es, por ejemplo, que existe un manifiesto y un latente, que existe un consciente y un inconsciente, que existe una apariencia y una estructura. Entonces, esto lo damos por dado . ¿Por qué? Porque lo verifica toda una historia que ese mismo conocimiento ha tenido de validación, de confrontación y de refutación dentro de la sociedad. En estos momentos podríamos discutir, podemos aceptar o no la práctica institucionalizada del psicoanálisis, pero en estos momentos nadie duda ni pone en duda que hay un concepto de inconsciente que está en juego y que ya está enclavado en la cultura.

Lo mismo, en estos momento no podemos caer en lo burdo de creer, por ejemplo, totalmente en lo manifiesto o en lo apariencial. Siempre lo manifiesto o lo aparente van a ser efectos o síntomas de estructuras que tenemos que aprender a interpretar, aprender a conocer. Entonces, por eso les decía que frente a una demanda y a una organización de esa demanda nos tenemos que poner en el momento del aquí-y-ahora; cuando les digo del aquí-y-ahora les digo del conocimiento que ya en estos momento está incluido, está aceptado, dentro de la historia del pensamiento de la psicología y que sirve para responder a esa demanda. Entonces, cuando les decía que les iba a contar un poco una historia, esta historia se fundamenta justamente en distintos tipos de experiencia que realizamos en años diversos, o sea, nosotros trabajamos en ciudades perdidas durante 4 años, trabajamos, hicimos la primera psicoterapia institucional en el año 1964, en el mismo tiempo en que Basaglia hacía la experiencia de Goritzia, Cooper y Laing comenzaban la antipsiquiatría y Lapassade y otros empezaban el socioanálisis.

A través de este tipo de experiencias con las instituciones y con la comunidad, un primer elemento parecía claro que era: uno cuando entre en una comunidad lo primero que tiene que preguntar es qué necesitan ellos. Pero, para preguntar que necesitan ellos, una parte, una disposición por lo menos técnica, (aquí habría otro tipo de crítica sobre la confusión que muchas veces se hace entre los métodos y las técnicas) habría por lo menos un elemento técnico que sería, qué es una entrevista.

Una entrevista que es el elemento técnico base, indica desde el vamos una doble posición, indica desde el vamos que alguien va a demandar y el otro va a tratar de contestar u organizar esa demanda. Pero la respuesta del segundo nunca va ser una respuesta a la pregunta del primero, sino que va a ser una organización de esa pregunta como posibilidad de que el primero pueda reflexionar sobre lo que preguntó.

Entonces, este elemento básico que es la entrevista, dos sujetos, uno frente a otro que comienzan a hablar (empiezo con esa entrevista básica, después podemos pasar a la entrevista grupal), entonces en esa entrevista observen que se va a establecer una especie de diálogo, diálogo que es en realidad un diálogo entrecruzado. ¿Por qué? Porque el que habla, el que va a decir qué cosas necesita, qué cosas le pasan, qué cosas suceden, el que va señalar permanentemente los elementos que están en juego en ese campo, ese va hablar con un discurso de lo manifiesto, es decir sucede esto, eso, etc. El otro se va a dedicar a contestar sobre lo que ese no dijo, es decir, va trabajar sobre los huecos del discurso del otro; es decir, va a tratar permanentemente de develar lo oculto que está en lo apariencial del discurso.

Entonces esto que va a ser básico en el tema esencial, un primer elemento técnico que hemos observado que es formativo porque no solamente indica esa situación de dos, sino que hemos visto cómo en esa relación de dos están en juego distintos tipos de posiciones institucionales, metodológicas, etc., vemos que ese es el instrumento básico para poder entrar ¿a qué?: A conversar con el otro. Entonces esta entrevista, que es la cosa más simple, son dos personas conversando, es a su vez, la cosa más difícil. Es la cosa más difícil porque podríamos decir que en la experiencia común, en la experiencia de todos los días nosotros lo hacemos; es la experiencia más difícil porque ahí se sintetiza o se debería sintetizar no solamente la historia del pensamiento psicológico llevada a su última instancia, es decir a lo más actual, sino también que ahí se juega a través de los roles y de las actitudes, se está jugando directamente nuestra función dentro de la sociedad.

Es decir, quién y de dónde va a contestar lo que nosotros estamos hablando; a través de dónde se puede hacer o a través de qué se puede hacer ese aprendizaje. Entonces les digo esto de la entrevista, porque es el instrumento básico no solamente para enfrentar a la comunidad sino para que el psicólogo se ubique en el lugar que le corresponde, es decir para que sepa de dónde y cómo va a preguntar, qué cosas va a responder, qué cosa va a organizar y de qué manera.

Ustedes saben muy bien que la historia de la entrevista es una vieja historia. Comienza directamente con el problema de la clínica médica, la anamnesis, en un momento determinado es mejorada por Janet, por Charco, en un momento determinado Piaget en 1926 la reformula, Lagache la vuelve a tomar cuando hace el famoso discurso en la Sorbona sobre la unidad de la psicología, y para nosotros nuevamente se nos puso en juego cuando nos sirvió para definir de dónde habla el psicólogo, es decir, de dónde contestaba esa demanda que se le tenía que formular. Les digo esto porque creo que más de una vez olvidamos que justamente hablar del rol del psicólogo, no lo podemos hacer si nosotros no ubicamos a él no solamente en relación a lo que la Universidad le da como título, sino también en su función social, sino también a cómo asume la historia del pensamiento y además de qué manera responde las preguntas de un campo determinado. Creo que todo esto es una de las preguntas que nos tendríamos que hacer en lugar de hablar del rol del psicólogo que muchas veces lo hacemos totalmente en el aire. Entonces, la entrevista, este elemento tan básico, técnico, esencial, podríamos decir así, del psicólogo, es uno de los elementos primordiales cuando nosotros queremos centrar o cuando queremos poner en funcionamiento lo que podemos llamar un servicio social.

Cómo puede ser que un psicólogo no sepa lo que es una entrevista, cómo puede ser que un psicólogo responda a lo manifiesto, cómo puede ser que un psicólogo no comprenda que cuando el otro habla de esto, hay otro algo que no habla. Esto que parecería muy elemental yo se los cuento, supongo que todos lo conocerán, pero más de una vez se nos puede pasar de lado. Por eso estoy insistiendo un poco en esto porque me parece que es básico que ese tipo de elemento sobre todo con el cual el psicólogo no solamente va a hablar con lo que tenga en la memoria. Porque acá viene otro problema: en la entrevista se pone en juego también toda la experiencia vivida por el psicólogo, sus conocimientos, y ahí también podríamos observar cómo más de una vez decimos, en lugar de un discurso ideológico, muchas veces les pedimos a los sujetos que caminen, que no hablen, que caminen: en una de esas, según cómo caminan descubrimos qué ideología tienen.

Con el psicólogo pasa lo mismo; lo que sí, en lo que no vamos a caer de nuevo es en los discursos políticos, en los discursos ideológicos; creyendo en eso, caemos de nuevo en creer en lo manifiesto. Lo hacemos caminar un poco y vemos. Entonces la entrevista es un modo de caminar; es un modo en el cual vamos a ver cómo él se comporta frente al otro que está delante de él. Entonces vamos a ver hasta dónde asume la historia, hasta dónde responde por viejos modelos, hasta dónde está el academicismo, hasta dónde responde de memoria, todo este tipo de cosas las vamos a ver mucho mejor haciéndolo caminar que preguntándole.

El segundo elemento que también creo que es bastante esencial que lo pongamos en juego es directamente cuando nosotros tuvimos que pasar de esa entrevista individual directamente al terreno de los grupos. Es decir, frente a qué estábamos en un momento determinado.

Ustedes saben muy bien que la historia de grupos podemos resumirla en una cruz; es decir, los grupos tienen una cruz, que es la famosa discusión de lo manifiesto y lo latente. De nuevo se enfrentan, por un lado, una dinámica de grupo que se maneja como una teoría de la gestalt frente a una dinámica de grupo que se maneja con una estructuración solamente de lo afectivo. De nuevo la división sobre lo manifiesto y lo latente, de nuevo la división sobre pensamiento y afecto.

Pero al grupo le pasaron otras cosas más; descubrimos, con el tiempo, que este señor Cooley, el famoso que en 1909 habla de grupos primarios y secundarios diciendo que en los grupos primarios está el afecto y en los grupos secundarios el pensamiento (por lo tanto si uno quería querer a alguien tenía que volver a la familia y si quería pensar tenía que ir al trabajo), este señor había tenido razón, pero ¿por que había tenido razón? Porque justamente lo que él dice es cierto, esa es la división que esta ideología trata de establecer, o sea que por momentos nuestro trabajo, nuestro pensamiento no tenga nada que ver con el afecto y a la inversa, que el afecto no tenga nada que ver con nuestro pensamiento. Muy interesante porque, de esta manera, nosotros podemos llegar a creer que cuando un conjunto de gente discute sobre un tema solamente discute del tema o cuando un grupo de gente dice “nosotros nos queremos mucho” no está quitando directamente del pensamiento un problema determinado que con seguridad los puede tener angustiados, mucho más angustiados que el afecto que se tienen.

Entonces, llegamos a ver que la noción de grupo que utilizábamos enfrenta directamente varios tipos de problemas. Por un lado, nos hacemos cargo de que no existe una división entre terapia y educación. Gracias al destino encontramos una corriente que piensa igual que nosotros, por lo pronto tenemos bibliografía propia y extranjera para mostrar que esa es una de las versiones. La otra de la versiones sería que directamente creemos que en el grupo se ponen en juego permanentemente, a partir de un cierto momento , una relación estrecha entre pensamiento de ese grupo y afectos puestos en funcionamiento por el interactuar personal. Acá paro un minuto , cuando hablamos de noción de grupo tratamos de esclarecer o hacer muy clara una distinción entre lo que se llamó el trabajo en grupo, es decir nosotros sabemos muy bien que todavía existen tanto a nivel de la educación como a nivel de las terapias, existen lo que podemos llamar el trabajo en grupo, que se siguen dirigiendo a los sujetos, pero nunca a la estructura que esos sujetos, en su devenir organizan. Sabemos muy bien que hay un primer momento, nosotros juntamos un conjunto de gente, un
primer momento va a haber lo que nosotros llamamos una agrupación, cada uno está hablando en realidad, monologando o dialogando con viejas experiencias, con grupos anteriores. El grupo actual todavía no lo ha impresionado, no lo ha chocado.

Ese primer momento de agrupación en el cual todavía prima a nivel de lenguaje un “yo”, pasa a un segundo momento en el cual podemos decir que se constituye un grupo propiamente dicho, en el cual podemos observar que a nivel del lenguaje aparece un nosotros, a nivel del sistema referencial hay un llamado permanente al grupo actual, surge un sentimiento de pertenencia planteado directamente en el tipo de relación que tienen los distintos integrantes, y lo fundamental es que además, ya en estos momentos se constituyó lo que nosotros llamamos un mito: el grupo organiza una estructura que en último caso va a determinar la conducta de los integrantes, a pesar de las necesidades o de las aspiraciones de los mismos integrantes.

Es decir, que más de una vez ese mito, esta estructura, constituida por los integrantes va a estar en contra de ciertos deseos de cada uno de ellos. Esto que les digo, que parecería tan abstracto, tan raro, ustedes lo conocen, ustedes más de una vez ¿no les llamó la atención que les dijeran “yo a esa reunión voy y voy a decir todo”, y entran a la reunión, salen de la reunión , y no hablaron nada? O al revés, deciden no hablar y no paran de hacerlo. ¿Que fue lo que pasó? ¡No creamos en la magia a esta altura de la vida! Entonces tenemos que pensar que hay un cierto tipo de estructuración de la latencia que obliga a un cierto comportamiento de sujetos.

Por eso les decía a la entrada que a esta altura del partido y a esta altura de la historia, nosotros ya no podemos creer en lo manifiesto, en lo apariencial (lo manifiesto van a ser síntomas para tratar de descubrir este tipo de estructuras que determinan la conducta de los sujetos contra la voluntad de estos mismos sujetos). Entonces, segundo elemento a jugar: así como anteriormente les he hablado de la entrevista individual, ahora viene el problema de lo grupal. De repente nosotros tenemos que saber cómo nos vamos a reunir con otros, de repente vamos a tener que saber cómo intervenimos, cómo interpretamos, cómo comprendemos, cómo entendemos lo que esos otros - cuando están en conjunto - están diciendo. No podemos caer en este momento en la vulgaridad de que si hay 5, 6 ó 7, vamos a responder de uno en uno.

Entonces vamos a tener que buscar los tipos de elementos comunes que hacen que ese uno-uno-uno ya no sean uno-uno sino que sea directamente una estructura que nos está hablando. Para esto, de nuevo vienen, si de ese lado está el grupo, y de ese lado ese funcionamiento, de ese lado está ese proceso, de este lado está el otro proceso, que es quién es el que está enfrente coordinando (le llamo coordinando para que no caigamos ni en la terapia, ni en el aprendizaje , sino directamente coordinando ese grupo). Hemos visto que quien se encuentra frente a un grupo - y acá hubo una gran discusión con la corriente americana - (la corriente americana permanentemente ha confundido coordinación de un grupo y liderazgo de un grupo).

Si uno va a liderar un grupo va a hacer las indicaciones concretas de su organización. En cambio, si uno va a coordinar un grupo va a posibilitar, va a permitir, va a facilitar que el grupo permanentemente se dé la organización que necesita para llevar a cabo su tarea, su finalidad o su objetivo, es decir, que ellos determinen su organización; por lo tanto, ellos van a determinar los líderes que necesitan para la organización que se den. Entonces el coordinador con respecto a ese grupo, va estar siempre descentrado, es decir, va a estar en otro lugar. El coordinador permanentemente va a tener que observar, tener en cuenta, cuáles son los impedimentos, cuáles son los obstáculos para que ellos puedan llevar a cabo la organización que necesitan, para que ellos puedan tener los líderes que les hacen falta. Claro que acá también se nos mezclan cosas personales y las cosas personales es que nosotros sabemos muy bien como pesa en nosotros todo un sentimiento, podemos llamar así, de apropiación o de sentimiento de propiedad privada, por el cual encontramos coordinadores que dicen “mi grupo”, o sea, entran dentro de la ilusión del líder, pero ellos son coordinadores.

Entonces, hemos visto que uno de los procesos centrales que tiene que aprender el coordinador son dos tipos de cosas: uno, la posibilidad de elaborar un duelo, es decir, de saber que permanentemente con cada grupo que va a trabajar se va a separar. Segundo, que es el problema de la propiedad privada. Hemos observado, y todos nosotros lo sabemos, que cuando uno está frente a un grupo no solamente está lo que dice sino lo que no dice, y entonces uno juega como fuente de identificación. Entonces, que el grupo comprenda que permanentemente son ellos los que tienen que organizar la tarea de elegir a su líder, llevar a cabo sus finalidades. ¿Está claro?

Es decir, en la relación coordinador - grupo uno permite, no apropiándose de los liderazgos, que ellos elijan sus liderazgos, que ellos hagan su organización directamente. El grupo capta, no es necesario que uno se lo diga, que, con respecto a ellos, tenemos otro tipo de relación o sea, no nos apropiamos del grupo, como el grupo nunca se puede apropiar de una tarea. Un grupo puede finalizar de acuerdo a su estructura un objetivo determinado, pero desde ya tiene que saber que esa terminación no es la única en el mundo, van a haber muchas otras terminaciones sobre ese mismo tema.

Empezamos por lo siguiente: permanentemente, y acá por eso les decía que estábamos estudiándolo porque se ligaría mucho más a lo que llamamos un poco todo el proceso y la estructuración de la subjetividad. ¿Qué significa propiedad privada a nivel de la subjetividad? ¿Cómo se siente eso? O sea, ustedes no lleguen a pensar que la ideología está solamente enclavada en los afectos, en la estructuración que nosotros tenemos de los afectos. Entonces, cuando uno está con un grupo de gente trabajando durante un tiempo determinado , hay un entrecruzamiento no solamente de los elementos conscientes, sino solamente de nuestra finalidad, no solamente de la finalidad de ellos, sino que se ponen en marcha una serie de afecto en relación con esa estructura grupal que está frente a nosotros.

Podemos decir que, más de una vez, nosotros quedamos agarrados de grupos directamente por el afecto es decir, tenemos miedo a perderlo, etc.. Lo otro que juega también ligado con el afecto y ligado también con toda una actitud ideológica aprendida durante nuestra formación, en la cual nosotros fuimos también discípulos de otros, luego nosotros tenemos nuestros discípulos, hay toda unas ideología ahí jugando en: “lo siento mío”, “siento que lo que están haciendo ellos es mío”, “lo están haciendo gracias a mí”, “ si yo no estuviera qué iban a hacer”. Bueno, como fantasía está siempre eso. En parte es cierto, porque uno, de una forma determinada estructura el grupo es presencia diferente de otra presencia, en parte es cierto, pero no es solamente eso lo que está en juego.

Entonces, cuando hablamos del sentimiento de apropiación es directamente de ciertas necesidades permanentes que nosotros tenemos y esto nos llevaría a todo un planteo sobre el self y todo eso.

Entonces, directamente nos lleva a que nosotros sintamos, que eso que está frente a nosotros, que eso que es un producto neutro, que eso que gracias a nosotros existe, que eso que por nosotros están haciendo un trabajo concreto. Entonces, cuando hablamos de propiedad privada, esto requería de una aclaración muy específica cómo directamente cierto tipo de subjetividad está ligada al proceso de producción y todo eso, pero no creo que sea el momento ahora. O sea, por eso achiqué la cosa diciendo que hay dos sentimientos que están en juego que era el de la propiedad privada y el duelo. O sea, yo estoy por momentos marcando solamente ítems, por favor, por que imagínense que, por ejemplo, con respecto a la entrevista individual nosotros dábamos un seminario de tres meses, con respecto a la entrevista grupal pasaba el mismo tipo de problema. Teníamos un año y medio para dar eso. Y ahora lo estoy dando en una hora, imagínense son muchas cosas, así que perdonen si muchas veces no son sino señalamientos.

El tercer tipo de problemas es frente a las instituciones, cómo se entra en una institución, qué es una institución. Hay una definición muy linda que decía... “las instituciones son las normas de los muertos que los vivos tratan de llevar a cabo”. Es decir, que trataba de demostrar que las instituciones ya están hechas, uno entraba, le decían por dónde tenía que marcharse. Después vino toda la polémica alrededor de eso. ¿Qué es lo instituido, qué lo instituyente, qué es lo que ya está? ¿Cómo los vivos modifican esas normas de los muertos. Todo ese tipo de cosas están en juego. En esos momentos hay varias manera de manejarse frente a las instituciones o de abordarlas, directamente y o les podría decir, que de nuevo, por lo que les decía de entrada, que era básico el modelo de la entrevista, no solamente como técnica a llevar a cabo, sino un poco como modelo a pensar distintas situaciones.

También, una institución nos llama para que uno la asista. Entonces también te organiza un llamado determinado, vos tenés que organizar esa demanda, qué quiere decir, en qué lugar te están poniendo cuando te están llamando, cómo respondes si entrás o no en ese lugar y cómo respondes de ese lugar. Casi siempre lo que se trata permanentemente de ver en las instituciones, que son los tipos de conflictos o cómo pueden tener problemas para llevar a cabo cierto tipo de objetivos o de finalidades. Más, muchas veces, cómo están organizados y acá tendríamos que hacer un distingo entre institución y organización. Parece que así como la institución era las reglas de los muertos que regían a los vivos, la organización sería la posibilidad de tomar una cierta estructura frente a un objetivo determinado. Estoy haciendo definiciones clásicas pero más o menos para ubicar. Entonces, en esa institución, que te hace determinado tipo de pedido, o que se enuncia determinado tipo de conflicto, o que te pide que señales determinado tipo de necesidad, se trabaja en varias instancias, pero de nuevo juega la entrevista.

Cómo una entrevista a una institución. Cómo uno devuelve a una institución determinado tipo de mensajes, es uno sólo el que lo hace, porque fíjense, que muchas veces el trabajo institucional y pensamos que el trabajo mejor llevado es aquel en el cual un grupo responda a determinado tipo de demanda. La otra manera de meterse dentro de la institución, fue toda una corriente psicosociológica que trabajan las instituciones a partir de los grupos que las componen, es decir, que en un momento determinado estudian la organización o la estructuración de esa institución y de acuerdo a los grupos en juego ( administrativo, ejecutivo, etc.), de acuerdo a esos grupos trabaja y después da un informe y luego de acuerdo a ese informe se hace después un contrato de trabajo con esos grupos.

Y lo último para meternos sería los famosos problemas de la comunidad, y acá viene lo que yo les decía de entrada y fíjense que comunidad es uno de los términos más difíciles. Con comunidad han hablado de cualquier cosa, comunidad es directamente comunidad de interés, comunidad espiritual, etc., ahora comunidad latinoamericana. En último caso, podríamos decir que, los parámetros que se utilizan para cuando se habla de comunidad es más o menos en términos geográficos, pero en realidad con comunidad uno no define nada. Entonces es un poco como una convención a nivel de la opinión pública o a nivel del lenguaje ordinario que apunta a una zona determinada, es decir está apuntando a un lugar geográfico. Por momentos se toma a la comunidad como si fuera un elemento homogéneo, primer problema básico, error fundamental, extraordinario porque esto nos llevaría a más atrás de 1857, 100 años atrás, 120 años atrás ya que se decía que había que dividir la población !. ¡Y no! Se va y se la ve como un elemento homogéneo.

Porque cuando uno entra en una comunidad, primero, uno tendría que entrar conociendo los niveles básicos de la comunidad, es decir, los propietarios, no propietarios, qué tipo de clasificación o de estratos sociales hay en la comunidad. Aún en la comunidad más miserable de cualquier lado, vimos que había propietarios y no propietarios, alguien era dueño de algo y lo hacía valer dentro de la comunidad, los tipos de jerarquía dentro de la comunidad, el tipo de administración, los liderazgos naturales.

Entonces, cuando uno de repente dice, bueno tenemos que hacer servicio social en una comunidad, si no sabemos, si no tenemos claro, por lo menos estos elementos de la empiria, por lo menos estos elementos básicos del campo ¿cómo entramos a esa comunidad? Pero anteriormente a eso seria el otro problema, es decir, nos tendríamos que preguntar primero, con qué autoridad o cómo vamos a entrar en esa comunidad, quién decimos que somos. ¿La universidad? ¿Y ellos que nos responden? Es terrible utilizar a la comunidad; ¡ a ver si nos golpea!

Así que primero viene toda esa serie de preguntas. Además, si vamos a una comunidad y nosotros decimos como dijimos hace tiempo que pensábamos hacer psicohigiene, primero tuvimos que hacerlo ayudando 3 años con los caños, luces, esto lo otro, para que después nos escucharan que queríamos decir con psicohigiene. Sino, no se nos escucha nada porque si uno les va a hacer un planteo de, por ejemplo, la famosa promoción de la salud, de la famosa psicohigiene, de la educación de los niños, los tipos tal vez esperan ya que no tienen empleo, chamba, no comen, tienen que ir a ratear. Qué le contestan a uno: decimos “nosotros les vamos a venir a mejorar”. No seamos mentirosos.

Entonces, ¿porqué les cuento todo esto? Les cuento todo esto para que veamos desde dónde, cómo , cuándo, y con qué pasos nos empezamos a acercar y para qué, porque si es para hacer una experiencia es medio terrible, si es par a ayudarlos peor, porque vamos a preguntar que necesitan y andá a saber que es lo que quieren. Entonces parecería que todas estas preguntas que muchas veces parecen totalmente obvias, muchas veces sería necesario preguntárselas y podría ser útil, porque ya las técnicas existen para trabajar. Pero preguntémonos para qué. Por ahora paro y así hablan ustedes.


miércoles, 10 de junio de 2009

textos de reflexion

Experiencias educacionales exitosas
Un análisis a base de testimonios

Gilberto Zárate Barrera

Este documento trata de un análisis de los testimonios que da un grupo de directores de colegios de santiago, clasificados como “exitosos”, donde existe cierta categorización de colegios enfatizando en los mejores logros de buenos puntajes de sus alumnos, como los son la prueba SIMCE o la PAA , constituyéndose en indicadores de éxito donde miden la calidad de la educación, donde se relata la practica educativa que a tenido cada director de los trece establecimientos mas exitosos de país, entregando el relato y recomendaciones de la forma en como ellos consiguieron, o lograron un establecimiento exitoso a través de los primordiales factores que se involucran y afectan en el sistema educativo como lo son; identidad del establecimiento, el apoyo familiar, compromiso entre los alumnos, forma de enseñanza, etc.


¿La forma o instrumentos en como se evalúan las pruebas de contenidos son realmente la forma correcta o equivalente para todos los alumnos?

¿La identidad que dese tomar el establecimiento es algo que pueda cambiar el rumbo de los resultados académicos entre sus estudiantes?


¿Los planes especiales establecidos en la mayoría de los colegios son realmente factibles a través de sus métodos o solo en algunos colegios se logra cumplir de forma apropiada?


La acción docente y su efectividad.


Profs: Silvia Rittershaussen
Enrique Rodríguez
Lucia Díaz
Argentina Gómez
Docentes fac. de edu. UC. De Chile


¿En que proceso de enseñanza se debería poner mas énfasis en el dominio de contenidos o a la organización y reflexión que permite hacer ese contenido comprensible a otros?

¿Una educación efectiva depende de qué tan temprano se implementen los programas dirigidos a la generación de condiciones de equidad y desarrollo del potencial de las personas?

¿la diferencian del origen de los alumnos es un problema al cual ahi que atacar de forma urgente oexisten otras prioridades?

lunes, 8 de junio de 2009

LA IMAGEN DEL ROL DOCENTE

Introducción
Este trabajo presenta la imagen que del rol docente tienen maestros y maestras de escuelas primarias entrevistados como parte de un estudio cuyo propósito era conocer el pensamiento de los maestros. Tanto el estudio original como los presentes análisis se apoyan en el supuesto de que “la conducta del maestro está guiada por sus pensamientos, juicios y decisiones”; los psicólogos cognitivos que han estudiado los comportamientos e interacciones en el aula nos muestran que la relación entre pensamiento y acción docente, aunque problemática, es crucial (Shavelson 1981).1
Si bien el estudio intenta abarcar en forma amplia las creencias e ideas de los docentes, en este artículo me referiré principalmente a la imagen del rol que parecen construir los entrevistados.2 Esta influye, suponemos, en su actividad docente, en sus actitudes y sus relaciones en la escuela, en su autoestima y en su búsqueda de profesionalización y perfeccionamiento.
Antecedentes del trabajo
y el interes en algunas de las dimensiones del pensamiento de los maestros tiene antecedentes en una investigación anterior que consistió en estudiar varias escuelas primarias de Buenos Aires con la intención de observar la vida en el aula y comprender sus peculiaridades. Entrevistas intensivas a las maestras, sumadas a las observaciones de sus clases, proporcionaron material para hacer conjeturas sobre su comportamiento en el aula, sus creencias y teorías implícitas y las actividades que privilegian en clase. Una versión reducida de los protocolos de esas entrevistas se convirtió en el cuestionario empleado en esta encuesta. Sus datos, que pondré a discusión seguidamente, amplían y ponen a prueba algunas de las conclusiones del estudio de observación anterior, tales como las referidas al mal aprovechamiento del tiempo instructivo, la prioridad dada por muchas maestras a los aspectos afectivos del aprendizaje en menoscabo de los cognitivos o su confianza en la propia experiencia como el factor más decisivo en su desempeño.



Los datos de la encuesta y su análisis

Los datos que analizaré en este trabajo son las respuestas a algunas de las preguntas del cuestionario ya citado. Este fue autoadministrado y lo contestaron maestros y maestras de la Capital Federal que ejercen en escuelas primarias de la Municipalidad o privadas, y en departamentos de aplicación de escuelas normales. También respondió un grupo de maestras de varias escuelas de una ciudad del interior del país.
Como grupos de control que permitieran hacer comparaciones, se entrevistó a maestras en ejercicio que estudiaban Ciencias de la Educación en la Universidad de Buenos Aires, y a estudiantes de la misma carrera que no eran maestros, a estos últimos por tratarse de un grupo no docente que podemos suponer interesado en los problemas de la educación.3 En total se entrevistaron 209 maestros y maestras y 113 estudiantes que no lo eran. Cuando pareció necesario algunos de los grupos de maestras se dividieron en 2 subgrupos de edad: 35 años y menos y 36 años y más.
Las maestras respondieron al cuestionario en forma voluntaria y anónima. Una breve descripción del trabajo de campo y de la aplicación del cuestionario, de los procedimientos de selección de los casos y de la composición de los grupos se presenta en el Apéndice.
No creo que en la elección de las escuelas y de los entrevistados se hayan introducido errores sistemáticos; sin embargo, al no haber utilizado procedimientos aleatorios, y no obstante haber reunido datos de un número respetable de docentes, los resultados del análisis deben mostrarse con parsimonia para no inducir a error. Mi estrategia de análisis es comparativa: en lugar de presentar datos generales correspondientes al total de casos, como si se tratara de una muestra global, trabajaré con cada grupo de maestras por separado, compararé los resultados obtenidos en cada uno de los grupos y, eventualmente, analizaré las tendencias que aparezcan en el conjunto. Aunque este manejo de los datos obliga a trabajar con algunos grupos muy pequeños en los que es desaconsejable usar porcentajes, entiendo que es el procedimiento más confiable: al no proporcionar datos globales, no sugiere que los resultados sean representativos de la población docente total. Además, como el análisis se basa en la comparación de los resultados obtenidos en cada uno de los grupos, permite observar tendencias y asociaciones entre variables.
Dimensiones y supuestos del trabajo
Al tratar de reconstruir la imagen que del rol docente tienen las maestras, debo recordar que en el estudio de observación ya citado (Gibaja 1992), encontré que una de las funciones más importantes para la mayoría de las maestras observadas, era atender a la emotividad del niño. Esta conclusión refleja una actitud que creo muy difundida y aceptada en nuestro medio y también, aparentemente, entre maestros de otros ámbitos. Al respecto M. Buchmann expresa una posición diferente en estos términos:
Los maestros tienen obligaciones hacia sus estudiantes que residen, principalmente, en ayudarlos a aprender cosas valiosas en el contexto del aula y la escuela [...] Los maestros no son trabajadores sociales ni consejeros vocacionales [...]; su trabajo se centra en el curriculum y presupone conocimiento de la materia; esto no excluye, por cierto, su preocupación por los niños ni la simpatía o el afecto que una persona puede tener por otra en el desempeño de su rol (Buchmann 1986:531).
Compartiendo la opinión de Buchmann y atendiendo a estos antecedentes, incluí en la encuesta preguntas que permitieran conocer la visión de las maestras sobre las obligaciones del maestro que consideran prioritarias y sobre el papel que asignan a la vocación en el desempeño de la tarea docente. Algunas respuestas al respecto se verán en la sección sobre La vocación docente y las prioridades del maestro.
Otra dimensión del rol docente es su carácter profesional. Más de una vez se ha discutido si la docencia es un arte, un oficio o una profesión; si bien cumple con algunos requisitos que la ponen en la última categoría, es diferente de otras profesiones que se definen por un alto status social y por la autonomía de decisión de sus miembros.
Entendido el magisterio como oficio o arte, algunos autores exigen del oficiante “además de habilidades y conocimientos, sensibilidad, la conciencia de las propias habilidades y el compromiso de desarrollarlas en el contexto del desempeño diario” (Pratte y Rury 1991:64). Esta caracterización supone una conciencia del oficio —que sería inexistente en el moderno profesional independiente— y que se adquiriría en comunidad con otros practicantes (Pratte y Rury:64; también Green, citado en el mismo trabajo).
La contrapartida de esta idea de comunidad la encontramos en la experiencia de trabajo de muchos maestros que, aislados unos de otros en el aula, tienen pocas oportunidades de compartirla con sus colegas. Nuestros datos no son suficientes para examinar todos los aspectos en que se confrontan las diferentes formas de plantear los problemas de la profesionalización. Sólo podremos analizar, en la sección sobre Aspectos profesionales de la docencia, las respuestas de las maestras a dos preguntas que aluden a rasgos incluidos en la definición de profesión.
Una sólida cultura, la comprensión de los problemas socio-culturales y psicológicos y el dominio de las materias son algunos de los rasgos que se atribuyen al perfil profesional del maestro (Hansen 1988). Tampoco en esta dimensión del rol tengo a mi disposición los datos adecuados para abarcar todos los atributos que el estudio de Hansen menciona. Sin embargo, las respuestas de las entrevistadas a unas pocas preguntas del cuestionario nos proporcionaron información valiosa para reconstruir sus percepciones acerca de la formación que en el magisterio reciben los maestros y del modo en que éstos satisfacen los requisitos de las tareas a su cargo. En la sección sobre La formación de los docentes y su desempeño se presentan estos análisis.
La vocación docente y las prioridades del maestro
Para identificar los elementos del rol que las maestras perciben como más significativos usamos tres pares de indicadores; éstos consistieron en preguntas acerca de la maestra ideal y las características del trabajo docente, el papel que asignan a lo afectivo en el aprendizaje y los rasgos y comportamientos que aseguran el éxito en la instrucción.
Subyacente o implícita en los seis indicadores está la dimensión que en un extremo ubica —y da más valor— a los aspectos intelectuales o profesionales y en el otro a los vocacionales y afectivos, como se podrá apreciar al leer las preguntas cuyo análisis inicio a continuación.
a. El ideal de la buena maestra
Para detectar algunos de los rasgos de la buena maestra hicimos dos preguntas. En la primera pedimos a las entrevistadas que, entre dos tipos de maestra, eligieran aquélla que a su juicio era la ideal:
1. ¿Cuál es el ideal de la buena maestra:
a. La que es maestra por vocación, porque quiere a los niños, o
b. la que da más importancia a los aspectos técnicos o docentes de su tarea que a los afectivos?
La vocación docente
La lectura del cuadro 1 muestra que en los grupos principales (así me referiré en adelante a los 4 grupos de maestras) un porcentaje muy pequeño (menos del 5%) elige la 2ª alternativa ofrecida; un porcentaje mayor (entre el 16% y el 30%) rechaza estas opciones o afirma que ambas cualidades son importantes; la gran mayoría, en cada uno de los grupos, opta por el ideal de maestra vocacional.
CUADRO 1
LA MAESTRA IDEAL

* En todos los cuadros el total de cada grupo incluye solamente a los entrevistados que respondieron a la pregunta y excluye a los que no contestaron

Una gran diferencia con estos resultados puede apreciarse entre los grupos de estudiantes y de maestras estudiantes; en éstos la respuesta vocacional sólo es elegida por el 48% o el 57%, según los grupos.
Puede objetarse que la pregunta está sesgada en tanto se restringe indebidamente la vocación docente al amor a los niños: la preferencia por los aspectos profesionales y técnicos también podría indicar vocación docente. Para contrarrestar este posible sesgo, en preguntas posteriores se plantearon otras opciones, como se verá luego.
La maestra cariñosa
En el segundo indicador se pregunta a las maestras cuáles son, a su juicio, las preferencias de los niños entre dos supuestos estilos de docencia:
2. ¿Qué prefieren los chicos:
a. Una maestra que les haga aprovechar el tiempo enseñando muchas cosas, aunque sea exigente y no muy cariñosa, o
b. una maestra muy afectuosa y tolerante, aunque a veces se pierda bastante tiempo y no se aprenda demasiado?
En todos los grupos la mayoría cree que los niños prefieren una maestra cariñosa y sólo un porcentaje reducido les atribuye predilección por la maestra exigente. La excepción la encontramos en las escuelas normales, donde opina así sólo el 47% de las maestras. (Ver cuadro 2).
Por otra parte, en el cuadro 3 se muestra que, en las categorías de maestras del interior y de escuelas normales, las diferencias por edad son mínimas.
En síntesis, las respuestas a estas dos preguntas muestran que en todas las categorías de maestras la orientación predominante es definir a la buena maestra por las características vocacionales y afectivas del rol, que también perciben como preferidas por los niños; en cambio la minoría de cada grupo reconoce prioridad a la preocupación por los aspectos pedagógicos y al aprovechamiento del tiempo. Además se pueden agregar los siguientes comentarios:
1. En nuestros datos no se observan diferencias atribuibles a la edad dentro de los grupos de maestras;
2. Las maestras del interior parecen las más apegadas a esa visión vocacional del magisterio: alrededor del 80% tiene como ideal a la maestra por vocación, y casi el 70% piensa que los niños prefieren una maestra cariñosa. Entre los otros grupos de maestras las preferencias por la alternativa vocacional o cariñosa son algo menos frecuentes.
3. Las maestras estudiantes se diferencian claramente del resto por su definición más profesional del rol; junto con las maestras de escuelas normales son las que más frecuentemente atribuyen a los niños preferencias por la maestra exigente.
b. Aspectos intelectuales y afectivos en el aprendizaje
En busca de la imagen del rol docente hicimos otras dos preguntas a las entrevistadas. La primera inquiría por las obligaciones del maestro y se formuló así:
3. ¿Cuál es la obligación primera del maestro respecto a sus alumnos:
a. hacer que adquieran los conocimientos básicos y desarrollar sus capacidades intelectuales;
b. inculcarles valores morales; o,
c. preocuparse por sus necesidades afectivas?
Las respuestas se registran en el cuadro 4, donde se observa que alrededor de un tercio en los grupos principales da prioridad a las preocupaciones afectivas y morales; un porcentaje menor (entre el 5% y el 25%) elige los objetivos de conocimiento y desarrollo intelectual.
La respuesta más frecuente en estos grupos es la que asigna igual importancia a todos o varios de los objetivos, incluyendo los cognitivos. Entre los grupos de estudiantes la opción por éstos es mucho más alta (más del 60%). La variable edad no se controló porque sus efectos no parecieron consistentes.
La segunda pregunta insistía en el papel de lo afectivo:
4. ¿Qué importancia tienen los aspectos afectivos en el aprendizaje escolar?
a. Son los más importantes
b. No son tan importantes como los intelectuales
Los datos del cuadro 5 indican claramente las preferencias de estas maestras: más del 77% en los grupos principales afirma la preeminencia de lo afectivo; entre los estudiantes este porcentaje de respuesta es mucho menor. Tampoco encontramos diferencias por edad dentro de los grupos.
c. Los vínculos afectivos en la tarea de las maestras
Los análisis anteriores mostraron la tendencia a asignar a lo afectivo un peso importante en el aprendizaje y en la definición del rol docente. Para ahondar en estas preferencias pedimos a las entrevistadas que completaran las siguientes frases:
5. Enseña mejor la maestra que...
6. Los niños aprenden porque las maestras...
El carácter abierto de estos indicadores, si bien dificultó su codificación, permitió obtener información adicional acerca de dos dimensiones de la concepción del rol: la dedicación a la tarea instructiva y los aspectos del desempeño con mayor influencia en el aprendizaje escolar.
Con respecto a la última dimensión, encontramos dos tipos de respuesta: las que ponen énfasis en la orientación explícitamente intelectual y aquellas en las que predomina la preocupación por los aspectos más afectivos de la relación con el niño —la emotividad, la comunicación e incluso las motivaciones que no son específicamente intelectuales y no están referidas a la instrucción en el aula.
Al completar la primera frase, quién enseña mejor, menos de la mitad entre los grupos principales de maestras mencionan la preocupación por lo cognitivo como factor del éxito. Una proporción mayor lo atribuye a la dedicación de las maestras o a su intención de establecer lazos afectivos y motivar a los niños. Otros ejemplos dentro de esta categoría que no atiende explícitamente a lo cognitivo son: la maestra se dedica con amor, está comprometida con su tarea, tiene mejor comunicación, o paciencia, o dedicación, sabe escuchar a los niños. Aunque no la mostramos en el cuadro, debe señalarse el efecto de la edad: entre las maestras del interior la preocupación por los aspectos cognitivos es más frecuente en las mayores que en las jóvenes.
En el segundo indicador, por qué aprenden los niños, un tercio o menos de cada grupo de docentes atribuye el éxito a la atención que las maestras prestan explícitamente a lo cognitivo. Las otras respuestas son de este tipo: los educan con amor, los quieren, los comprenden, enseñan en forma amena, son flexibles, se preocupan, se brindan, colaboran, los motivan, saben comunicarse.
El cuadro 6 muestra los datos anteriores y permite ver que en los 2 grupos de estudiantes es más frecuente que entre los otros grupos basar el éxito de las maestras en su preparación o en su habilidad para estimular el desarrollo intelectual.
Entre paréntesis aparece el número de casos de cada grupo, excluyendo a los que no contestaron.* Incluye respuestas como éstas: tiene objetivos claros, hace cursos, está actualizada, tiene metas a largo plazo, ayuda a los niños a encontrar sus posibilidades, revisa y cambia sus ideas, crece con el rol, aprende con los chicos.** Incluye estas respuestas: están preparadas para enseñar, los orientan, los hacen pensar, desarrollan sus habilidades, los incentivan a descubrir, son claras, usan métodos adecuados, producen cambios que los transforman en sujetos pedagógicos
d. Importancia de la afectividad y su expresión en el aula
Los 6 indicadores concuerdan en las pautas de respuesta predominantes: 1, en todos los grupos —con algunas diferencias entre ellos— muchas de las maestras creen que lo afectivo es el factor más importante para el éxito escolar y, como consecuencia, para su éxito como maestras, y sólo la minoría da prioridad a lo intelectual; 2, un sector considerable de estas maestras no privilegia a un factor determinado en el éxito escolar porque cree que todos tienen igual peso y merecen atención pareja o bien porque prefiere eludir la definición del rol.
Es interesante contrastar estos resultados con los obtenidos en el estudio de observación de casos (Gibaja, 1992) que precedió a esta investigación. Allí me preguntaba cómo se traduce en el clima del aula y en el comportamiento de los alumnos la mayor o menor importancia que la maestra asigna a la afectividad en el proceso del aprendizaje; después de presentar algunos ejemplos concluí entonces de este modo:
Estos dos casos sugieren que a veces el lugar que las maestras otorgan verbalmente a lo emocional no tiene correspondencia estrecha con su comportamiento en clase, con el clima que logran crear en el aula y con el rol que en sus clases cumple lo emocional en la estimulación del proceso de aprender (:46).
A continuación me arriesgué a conjeturar que las opiniones de las maestras sobre la importancia de lo emocional no permiten predecir con algún grado de certeza las características del clima de la clase, en cuanto a la calidez y estabilidad de las interacciones o a la seguridad afectiva que da a los niños (:47).
Aspectos profesionales de la docencia
Entre los aspectos que involucra la profesionalización se suele incluir el status y la compensación acordada a los miembros de una ocupación, la medida en que éstos controlan el contenido de la actividad y también el grado en que la sociedad valora su trabajo (Darling-Hammond 1985 :205). En cuanto a la docencia, se ha reclamado mayor autonomía y responsabilidad en la tarea y en la toma de decisiones y la estructuración de una carrera que defina las condiciones del trabajo y del ascenso como requisitos para afianzar su carácter profesional. Sin embargo, afirmar éste a expensas de los aspectos vocacionales o de su definición como arte, oficio o professional craft (Pratte y Rury 1991) suscita opiniones encontradas entre maestros e investigadores.
Desde esta perspectiva me pregunté en qué medida la profesionalización es parte de la imagen que las maestras construyen de su ocupación, más allá de la fuerte tendencia vocacional que les conocemos y pese a la primacía que, según se ha visto, muchas parecen otorgar a las necesidades afectivas que se expresan en el aula. Dicho de otro modo, quise saber el lugar que dan en su concepción de la docencia a algunas características ocupacionales que podemos suponer relacionadas, o en cierto modo incluidas, en el concepto de profesión.
Para explorar estos aspectos les pedimos que expresaran acuerdo o desacuerdo con las siguientes frases:
8. En la docencia no hay posibilidades de avanzar en la carrera.
9. Es una ocupación muy dependiente; hay muchas cosas que no puede decidir el maestro.
Una tercera frase, ‘La docencia es un trabajo con muchas responsabilidades’, fue excluida de este análisis porque las respuestas eran uniformemente positivas, tal vez porque es la respuesta obvia en todas las ocupaciones.
En el cuadro 7 se observa cómo las maestras reaccionaron a estas frases; una proporción muy alta niega que no haya posibilidades de avanzar en la carrera, con porcentajes que varían desde el 46% de las maestras de escuelas normales hasta el 88% de las maestras del interior. En la reacción a la segunda frase alrededor de la mitad en cada uno de los grupos, excepto las maestras del interior, cree que no es una ocupación muy dependiente.
Diferencias por edad sólo encontramos en este último indicador y entre las maestras del interior: el 50% de las jóvenes niegan que la ocupación sea muy dependiente, respuesta que sólo da el 24% de las mayores.
De los datos anteriores podría concluirse que, en cuanto a los aspectos profesionales —responsabilidad, autonomía y posibilidades de avanzar en la carrera—, una buena proporción de estas maestras construyen una imagen positiva de su ocupación. A su vez notamos que las maestras del interior se diferencian de sus colegas de Buenos Aires porque, si bien es más frecuente entre ellas negar que no haya posibilidades de progresar en la carrera, también lo es afirmar que su ocupación es muy dependiente. En esta dimensión las maestras estudiantes muestran una pauta de distribución de respuestas aproximada a la de sus colegas de Buenos Aires, pero diferente de la que exhiben las maestras del interior.

La formación de los docentes y su desempeño
Otra dimensión de la imagen del rol puede buscarse en las opiniones sobre la calidad de la formación de los docentes. Puede incluirse en este concepto la formación recibida en las escuelas del magisterio o la capacitación para la función que de un modo u otro se adquiere posteriormente. Dos preguntas proporcionaron algunos datos relevantes:
11. En su opinión, ¿la formación que tiene la mayoría de los maestros o maestras es suficiente?
12. Del tiempo que los chicos pasan en la escuela ¿cuánto aprovechan para enseñar la mayoría de las maestras?
A continuación analizaré los resultados correspondientes a cada uno de estos indicadores.
a. La formación docente
En todos los grupos la mayoría sostiene que la formación de las maestras no es suficiente pero, mientras opinan así el 58% de las maestras del interior, dan esta respuesta el 88% de las maestras de escuelas normales y alcanzan posiciones intermedias los grupos de las privadas (68%) o de las municipales (61%).
Los dos grupos universitarios declaran, casi por consenso, (97%), la insuficiencia de la formación docente.
b. La práctica docente
Pese a lo dicho arriba, las maestras tienen una alta opinión de la capacidad de sus colegas para facilitar el aprendizaje de los niños. La explicación reside en que muchas confían en la experiencia obtenida in situ para llenar los vacíos de la formación previa. En páginas anteriores (sección dedicada a Los vínvulos afectivos en la tarea de las maestras) vimos que las entrevistadas, lejos de cuestionar el desempeño de las maestras, atribuyen el éxito en el aprendizaje a los estímulos cognitivos que proporcionan o a su dedicación, afecto o capacidad de comunicación.
En cuanto a la eficacia en el uso del tiempo escolar, obtuvimos tres tipos de respuesta:



La edad no parece haber influido en las respuestas a estas dos preguntas, excepto en el grupo del interior, como se ve a continuación:
En síntesis, aunque la mayoría en todos los grupos reconoce que la formación original de las maestras es deficiente, cree que su desempeño es exitoso porque, a juzgar por lo expuesto en secciones anteriores, estimulan los factores cognitivos del aprendizaje o establecen vínculos afectivos con los niños. Hay menos consenso en cuanto a la eficiencia en el aprovechamiento del tiempo. Las respuestas de algunas maestras parecen coincidir con las conclusiones de nuestro trabajo de observación en las escuelas (Gibaja 1993) que resumimos así: ‘la eficacia en el uso del tiempo es, por lo menos, dudosa’. La mayoría de maestras de cada grupo, sin embargo, no concuerda con nuestra idea de que el tiempo es el recurso que menos se aprovecha en la escuela.
Aprender de la experiencia, enseñar por rutinas
Los datos anteriores podrían confrontarse con las impresiones obtenidas en el estudio de observación de escuelas ya citado (ver el primero de los informes de ese estudio en Gibaja 1992:23-35). Allí encontramos que “muchos maestros están convencidos de que la influencia más importante en su formación como docentes y en su dominio de los problemas de la enseñanza reside en su propia experiencia” (:23). Sin embargo, el concepto de experiencia parece perder su significado en la práctica diaria que pudimos observar en sus clases:
...cualesquiera sean sus creencias sobre los factores que influyen en su dominio de las habilidades docentes, la didáctica de estos maestros se apoya fuertemente en las prácticas y ejercitaciones rutinarias, y no en la noción de experiencia como oportunidad para la producción del conocimiento...
Si se interpretan las respuestas a las últimas preguntas (cuadros 8 y 9) atendiendo a las conclusiones obtenidas en la observación de numerosas clases (Gibaja 1992), podría conjeturarse que muchas maestras, que reconocen una insuficiente formación original y atribuyen a la experiencia adquirida en la práctica docente su dominio de las habilidades requeridas para la enseñanza, en su actividad diaria, sin embargo, niegan el concepto de experiencia como factor en la producción del conocimiento.
La feminización del rol
Datos internacionales de 1988 indican que la docencia en la enseñanza primaria (UNESCO 1991) está a cargo hoy, principalmente, de mujeres: el 62% en Canadá, el 70% en España, el 75% en Chile, el 84% en Suecia o el 90% en Italia, por ejemplo.
En la Argentina la proporción de mujeres, 91% en 1988, supera estas cifras. Las causas y consecuencias de esta situación —el carácter típicamente femenino de la docencia primaria— han sido frecuente motivo de discusión. Al progresivo predominio de las mujeres se lo ha hecho responsable por la “feminización” de la escuela y por sus efectos negativos en los alumnos. Por ejemplo, se le ha atribuido la presencia de rasgos del llamado carácter femenino en algunas de las formas predominantes en la vida escolar tales como conformidad, sumisión y orientación hacia los símbolos, en desmedro de otras consideradas “típicamente masculinas”: agresividad, orientación hacia la acción y la competencia, independencia, etc. (Lee 1973 :80).
En lugar de preguntar si los rasgos “femeninos” supuestamente observables en la escuela se deben a la presencia de una mayoría de maestras, Lee sugiere que sería más pertinente examinar “si la escuela socializa a su personal -hombres o mujeres- para adecuarlo al cumplimiento de sus funciones”: promover conductas quietas y cumplidoras en los alumnos que permitan satisfacer las exigencias de un curriculum complejo (Lee 1937:87).
Desde el punto de vista de este análisis importa considerar no sólo los rasgos asociados al carácter femenino que se atribuyen a la docencia sino también el “énfasis histórico que la escuela elemental ha puesto en la formación moral”, a la que asigna mayor relieve que al desarrollo intelectual (Feinman-Nemser y Floden 1986:519).
Nuestros datos muestran que en todos los grupos se afirman objetivos afines a los buscados tradicionalmente por la escuela: la mayoría de las entrevistadas otorga prioridad a las dimensiones expresivas del rol y a las que privilegian la formación de la personalidad y del carácter moral, por encima del desarrollo intelectual o de la adquisición de conocimientos.
Aquí no intento explicar si las tendencias reconocidas en los datos obedecen a las orientaciones pedagógicas o psicológicas predominantes hoy, a factores asociados con el pretendido “carácter femenino” o a la socialización de los docentes que supuestamente se impone en la escuela primaria o en las escuelas del magisterio. Comenzaré el análisis buscando las diferencias en las respuestas de hombres y mujeres y me limitaré a explorar la posible relación entre sexo y concepción del magisterio.
La imagen del rol de los maestros
El escaso número de maestros incluidos en el estudio lamentablemente dificulta el análisis de las diferencias en la imagen del rol atribuibles al sexo del docente; si bien el número corresponde aproximadamente a su proporción en la población docente, trabajar con tan pocos casos limita la significación del tratamiento cuantitativo de sus respuestas.
En el cuadro 10 se comparan los datos correspondientes a dos grupos de maestras y al grupo de hombres. En primer lugar aparecen los datos correspondientes a 4 de las preguntas acerca de las preferencias por los aspectos vocacionales versus intelectuales del rol; luego están las opiniones sobre los rasgos profesionales de la ocupación y, finalmente, las que corresponden a la formación de los docentes.
Los datos indican que:
· el 83% y el 80% de los grupos de maestras afirman el carácter vocacional del rol, pero sólo lo hacen 10 sobre 17 (59%) de los maestros;
· entre las maestras el 27% y el 37% dan prioridad a los aspectos afectivos y morales en el aprendizaje, respuesta que sólo obtuvimos de 3 de los 15 maestros (20%);
· el afecto es lo más importante en el aprendizaje para más del 80% de las maestras, pero opinan así sólo 8 de 13 maestros hombres (62%);
· menos de un tercio de las entrevistadas cree que los niños aprenden porque las maestras los apoyan en su desarrollo cognitivo, respuesta que encontramos casi en la mitad de los maestros entrevistados.
En las otras dimensiones del rol las diferencias por sexo no son tan claras. Respecto a los rasgos profesionales, el grupo de hombres —reclutado principalmente en escuelas normales— responde en proporciones parecidas a las observadas en mujeres que también trabajan en escuelas normales, pero en forma muy diferente a las del grupo del interior.




Los números entre paréntesis corresponden al total de casos del grupo sobre el cual se ha obtenido el porcentaje para cada indicador. Los porcentajes de las respuestas de los maestros están también entre paréntesis para destacar que corresponden a grupos muy pequeños.

En cuanto a la opinión sobre la formación de los docentes, parecen sostener que es insuficiente una proporción más alta de maestros que de maestras. Aparentemente no hay diferencias, en cambio, cuando se trata de evaluar el uso del tiempo escolar: alrededor de un cuarto en todos los grupos coinciden en que se aprovecha poco o muy poco del tiempo disponible para el aprendizaje.
Estos datos sugieren que es menos frecuente entre los maestros que entre las maestras el estereotipo del docente que se define por su vocación, su afán de comunicación con los niños y la prioridad que otorga a los aspectos afectivos respecto a los intelectuales en la tarea de enseñar. Las diferencias son mucho menos claras en otros aspectos de la imagen del rol. Como se ve en el cuadro, parece haber más diferencias entre las maestras del interior y las que trabajan en escuelas normales de la Capital que entre estos grupos femeninos y los maestros hombres cuando se trata de algunos aspectos profesionales del rol o de la evaluación de la formación recibida.

ANALISIS.
Se ha dicho que los maestros se socializan en su rol docente en la escuela, donde aprenden a ejercerlo y adquieren experiencia profesional en contacto con los miembros de su grupo de referencia más significativo, los colegas. Si estos transmiten a los recién llegados, como podría suponerse, las características “tradicionales” del rol, éstas tenderán a consolidarse en las nuevas generaciones de maestros. Quizás a estas circunstancias pueda atribuirse cierta responsabilidad en algunos de los resultados de este trabajo que se presentaron en las secciones anteriores y que se resumirán ahora.
En primer lugar vimos que uno de los rasgos dominantes en los grupos de maestras estudiadas es su valoración de los aspectos afectivos y vocacionales del rol. Muchas entrevistadas consideran más importante la definición vocacional de la maestra que su preocupación por los aspectos profesionales, y no dan al desarrollo cognitivo de los niños preferencia sobre los otros aspectos al señalar las principales obligaciones del maestro; además, piensan que los niños valoran más el afecto de la maestra que su eficiencia, atribuyen el éxito en el aprendizaje a los vínculos emotivos que las maestras tienen con los alumnos y opinan que lo afectivo tiene preeminencia en el aprendizaje.
En segundo lugar también se vio que, más allá del descontento por su situación salarial u otros aspectos laborales, las entrevistadas tienen una imagen positiva de su ocupación: casi todas consideran que es un trabajo con muchas responsabilidades, muchas niegan que no pueda avanzarse en la carrera y una buena parte de ellas no lo considera muy dependiente. Finalmente, si bien aceptan que su formación docente es deficiente, la mayoría está bastante satisfecha con el desempeño general de los colegas, a juzgar por su opinión sobre el aprovechamiento del tiempo escolar.
Respecto de los posibles efectos de la variable escuela —entendida en un sentido muy amplio, como se ha visto en la sección anterior— en algunas de las dimensiones del rol, podría aventurarse que su influencia en la feminización de la docencia afecta a las maestras mujeres y probablemente contribuye a que una proporción muy alta tenga una visión nutricia o maternal de su actividad. Claro está, podría ponerse en duda que el impacto de la escuela sea el principal responsable por esta situación, y no otras variables tales como el “carácter femenino” o las orientaciones psicológicas predominantes.
Por el contrario, de los hombres podría pensarse —en el lenguaje de Durkheim— que si bien sufren el efecto de la escuela, su sexo los “preserva” en alguna medida de estas influencias y por eso proporciones menores de maestros que de maestras construyen una imagen feminizada del rol docente.
En cuanto a la edad, no parece que las generaciones jóvenes estén construyendo una visión más profesional del rol. Por el momento entre ellas se confirma la visión tradicional, ya sea por efecto de su sexo, de la socialización en la escuela o de las orientaciones psicológicas que dan mucha importancia a la maduración afectiva en el desarrollo evolutivo.
Debemos tener en cuenta, sin embargo, que esta imagen supuestamente femenina del rol no refleja necesariamente, o por lo menos no refleja enteramente, las características del comportamiento en el aula. En el estudio citado (Gibaja 1992) nos pareció notar que las maestras que sostenían la prioridad de lo afectivo y vocacional, no parecían ser muy diferentes del resto en cuanto a la expresión de esta modalidades en su contacto diario con los niños. Los datos sugieren que en estas dimensiones del rol las respuestas corresponden al estereotipo clásico del magisterio más que a su real vigencia en el aula.
Finalmente, después de haber explorado diferencias por edad, tipo o categoría de escuela, ubicación geográfica y sexo, parece razonable concluir que todos estos factores pesan en la imagen de algunos aspectos del rol docente, con estas particularidades:
a. Las mayores diferencias parecen encontrarse entre el grupo de maestras del interior y todos los grupos de Buenos Aires.
b. La edad influye en algunos aspectos pero su efecto en estas entrevistadas no muestra una tendencia consistente: respecto a algunas actitudes hay más diferencias entre las distintas categorías de maestras que entre los grupos de edad dentro de cualquiera de las categorías.
c. El efecto del sexo es muy claro en relación con las dimensiones afectivo- intelectual y vocacional-profesional del rol, pero no en las otras dimensiones.
d. Por último, el factor que marca una diferencia más contundente parece ser la incorporación de las maestras a los estudios universitarios del área educacional.
Las respuestas de los dos grupos incorporados a la muestra como testigos, las maestras que estudian ciencias de la educación y otros estudiantes de la misma carrera no docentes, parecen sugerir que la educación de nivel universitario estimula cambios importantes en la concepción del rol docente, posiblemente porque además de actualizar el conocimiento pedagógico, revela otros modos de concebir la actividad intelectual. Incidentalmente, la comparación de las maestras con los dos grupos de control mencionados muestra que no obstante las considerables diferencias encontradas entre las distintas categorías de maestras, en todas ellas la distribución de respuestas a las preguntas analizadas exhibe tendencias en cierta medida similares; éstas definen y particularizan a las maestras como una categoría ocupacional que posee una cultura común y un estilo intelectual propio que va más allá de los requisitos burocráticos del quehacer diario.

lunes, 27 de abril de 2009

LOS PROCESOS COGNITIVOS Y EL APRENDIZAJE DE LA LECTURA INICIAL: DIFERENCIAS COGNITIVAS ENTRE BUENOS LECTORES Y LECTORES DEFICIENTES





INTRODUCCION
El objetivo de este artículo es describir algunos procesos cognitivos y psicolingüísticos que discriminan entre niños con buen rendimiento y con bajo rendimiento en lectura y que son predictivos de este aprendizaje entre primero y tercer año. Para este objetivo se estudió el rendimiento lector de un grupo de 260 niños que fueron seguidos entre el primero y tercer año básico y se comparó su rendimiento con el resultado obtenido en pruebas administradas cuando ingresaron al primer año. Este estudio forma parte de una investigación de seguimiento de mayor amplitud (
Bravo, Villalón y Orellana 2001, 2002, 2003a, b).
El aprendizaje de la lectura inicial como desarrollo cognitivo. El aprendizaje de la lectura es la culminación de un proceso que se inicia algunos años antes de ingresar al primero básico y el cual se produce, con mayor o con menor facilidad, según sean las condiciones en las cuales los niños abordan el lenguaje escrito (
Bravo 2003; Villalón, Bravo y Orellana 2003a). Las investigaciones desde el Jardín Infantil muestran que hay algunos niños que están mejor preparados para aprender a leer y a escribir al ingresar al primer año, situación que no depende solamente del currículum escolar o de la preparación de los maestros. Las investigaciones de Carrillo (1994), Carrillo y Marín (1996); Whitehurst y Lonigan (1998); De Jong y Van der Leij (1999); Catts, Fey, Zhang y Toblin (1999); Parrila, Kirby y McQuarrie (2004), muestran que hay un conjunto de procesos cognitivos intrínsecos al desarrollo, que emergen antes de empezar el aprendizaje formal de la lectura y que son determinantes para el éxito inicial. Todos ellos pueden constituir un desarrollo cognitivo prelector. Una interrogante es si esos procesos cognitivos son determinantes de la lectura inicial o si también mantienen su influencia en los años posteriores. Es decir, interesa saber aquí si su efecto es persistente durante los tres primeros años básicos o solamente se da en la etapa inicial.
Algunos procesos cognitivos determinantes del aprendizaje lector inicial. En estudios anteriores hemos descrito algunos procesos cognitivos que discriminan entre niños con un aprendizaje normal y un aprendizaje deficiente de la lectura. Ellos son la conciencia fonológica, el reconocimiento semántico, la memoria verbal, la abstracción y la categorización verbal. Hemos descrito otros que son predictivos del aprendizaje inicial: la identificación y segmentación de los fonemas, el reconocimiento visual ortográfico de algunas palabras en la etapa previa al aprendizaje lector y el conocimiento de las letras del alfabeto (
Bravo, Villalón y Orellana 2002, 2003a).
El déficit en el reconocimiento fonológico de las palabras es considerado como nuclear en el trastorno disléxico y la gran mayoría de los investigadores aporta evidencias en este sentido (
Stanovich 1986, 2000; Palmer 2000; Mann y Foy 2003; Scarborough 2002; Vellutino y Scanlon 2002; Parrila, Kirby y McQuarrie 2004). El desarrollo de la conciencia fonológica no es independiente del desarrollo verbal, sino que está estrechamente asociada al desarrollo psicolingüístico de los niños. Por otra parte, el reconocimiento visual ortográfico de las palabras antes del aprendizaje lector y el conocimiento de las letras del alfabeto también constituyen procesos verbales aplicados al lenguaje escrito. Los niños pueden identificar algunas palabras y reconocer algunas letras, porque ya han adquirido cierto grado de conciencia alfabética. Un análisis factorial efectuado en un conjunto de pruebas verbales predictivas de la lectura entre Kinder y primer año, efectuado por Guardia (2003), mostró que el nombre de las letras formaba parte de un mismo factor con la conciencia fonológica en niños de Kindergarten.
Desde el punto de vista de los niños que aprenden a leer, el inicio del proceso de decodificación tiene como requisito haber tomado conciencia que para decodificar las palabras escritas hay que transformar las letras en sonidos del propio lenguaje oral. Esta "conciencia fonológica" se operacionaliza en algunas habilidades que permiten procesar la información fonémica contenida en las palabras, lo que es indispensable para su decodificación. La estrategia lectora fonológica se aplica para discriminar, segmentar, modificar e integrar las secuencias fono-grafémicas de las palabras y culmina con su integración y articulación ("gestalt fonográfica"), lo que permite reconocerlas auditivamente.
Parrila, Kirby y McQuarrie (2004) estudiaron la predictividad de la lectura entre Kindergarten y tercer año básico, mediante pruebas de memoria verbal, articulación de palabras, velocidad de nominar y conciencia fonológica, las que fueron evaluadas en Kindergarten. Sus resultados señalan que entre primero y tercer año básicos la conciencia fonológica fue el predictor más potente de la lectura. Los otros procesos evaluados también tuvieron poder predictivo, aunque con menor fuerza. Purcell-Gates y Dahl (1991) han comprobado que los niños que inician el primer año con conciencia de los fonemas, con cierto grado de conocimiento de las letras del alfabeto y habilidad para reconocer visualmente algunas palabras escritas, obtienen posteriormente un mejor nivel de desempeño lector
La conciencia fonológica es un proceso complejo. Los fenómenos que componen la conciencia fonológica fueron agrupados en tres factores por
Hoien, Lundberg, Stanovich y Bjaald (1995): un factor fonema, un factor sílaba y un factor rimas, siendo el primero el que mejor predice el aprendizaje de la lectura. Bravo, Villalón y Orellana (2002), por otra parte, mediante un análisis factorial, encontraron factores fonológicos "activos" y "pasivos". Los primeros se caracterizan, porque los sujetos pueden intervenir o modificar la secuencia fonémica de las palabras, tales como segmentar palabras u omitir fonemas. Estos procesos que permiten actuar sobre el lenguaje tuvieron mejor predictividad sobre la lectura posterior.
Un segundo conjunto de fenómenos que discriminan entre buenos lectores y lectores deficientes se refiere al reconocimiento de las letras y al reconocimiento visual-ortográfico de las palabras (
Adams y Bruck 1993). El reconocimiento visual-ortográfico del lenguaje escrito, en esta etapa prelectora, es un proceso más complejo que la percepción visual de los signos gráficos, pues requiere que los niños reconozcan la secuencia de signos gráficos pronunciables, dentro de un contexto ortográfico. Así, por ejemplo, en castellano la pronunciabilidad de las sílabas la aportan las vocales al unirse a una o más consonantes, dentro de un ordenamiento que sigue ciertas reglas gramaticales. Este reconocimiento léxico se realiza al comienzo con las letras y las palabras de uso más frecuentes, como pueden ser algunos nombres de personas cercanas o de los días de la semana. La retención en la memoria de las letras y de las palabras no se hace independientemente de la discriminación de sus fonemas y sílabas, sino que, según Ehri (1998), es un reconocimiento visual que se efectúa por vía fonológica. El reconocimiento de una palabra, entre muchas otras, pasa porque los niños recuerden su pronunciación y su significado. Esta etapa tiene por objetivo establecer un léxico mental visual-ortográfico que empieza a formarse con la retención de las palabras más frecuentes y da comienzo a la comprensión lectora.
En los niños de aprendizaje lector normal el reconocimiento visual-ortográfico se desarrollaría a partir de la identificación fonológica de los componentes de las palabras escritas, lo que les permite cotejar los componentes fonémicos con los ortográficos. La habilidad para reconocer palabras de alta frecuencia emerge gradualmente, después del reconocimiento de las letras, y se inicia primero con un procesamiento fonológico, para luego intentar el reconocimiento léxico (
Aaron, Joshi, Ayotollah, Ellsberry, Henderson y Lindsey 1999). Para Rouibah (2001) la velocidad en el reconocimiento de las palabras sería resultante de la interacción entre el procesamiento fonológico con el reconocimiento semántico. Los niños que progresan en la lectura serían los que aprenden a integrar con mayor rapidez ambos componentes al enfrentar el lenguaje escrito.
Vellutino, Scanlon, Small y Tarrzman (1991: 126) expresan que en los lectores iniciales "los lenguajes oral y escrito no son sistemas paralelos, sino, más bien, sistemas crecientemente interactivos y convergentes". Los niños que aprenden a leer deben "recodificar" el lenguaje oral en un código escrito. Esta recodificación depende del desarrollo previo de algunos procesos psicolingüísticos básicos. Entre ellos se pueden mencionar la conciencia fonológica, la memoria verbal inmediata, la abstracción verbal de semejanzas y la categorización verbal. También Mann y Brady (1988) estiman que los déficit para aprender a leer pueden enfocarse en dos áreas críticas: en deficiencias en las habilidades de procesamiento verbal y déficit de desarrollo de la conciencia fonológica.
Además de los procesos mencionados, interviene en el aprendizaje de la lectura inicial la inducción de analogías visuales, que los niños deben efectuar entre letras y sílabas para complementar la identificación fonológica de las palabras. En este proceso los niños deben establecer analogías entre los componentes gráfico-fonémicos y silábicos para integrarlos en palabras que sean reconocidas por ellos al escuchar su pronunciación. Este proceso tiene un componente de análisis visual, además del fonológico y del semántico. Los niños que aprenden a leer son capaces de efectuar con éxito relaciones analógicas entre los componentes gráficos, fonológicos y semánticos, lo que les permite pronunciar las palabras y asociarlas con su significado. La habilidad de los niños para inducir una estructura visual compleja a través de sus componentes puede evaluarse mediante el test de
Raven (1999). Aunque es utilizado para evaluar el factor "g" de la inteligencia, también sirve para evaluar el desarrollo de algunas estructuras superiores del pensamiento.
Procedimiento de la investigación. La investigación consistió en un estudio de seguimiento entre primero y tercer año de 260 niños que ingresaron a 12 escuelas municipales de Santiago. Ellos fueron evaluados al ingreso al primer año con diversas pruebas psicolingüísticas y cognitivas que se describen más adelante. A fines de cada curso se evaluó su nivel lector y se dividió al grupo total en 4 subgrupos según su rendimiento en el tercer año. Para este efecto se convirtieron los puntajes obtenidos en la escala total de lectura en puntajes estandarizados T. Los puntajes obtenidos por los mismos niños en las pruebas del primero y del segundo año también fueron reducidos a puntaje estandarizado T de manera de poder comparar el rendimiento relativo de los alumnos a lo largo del período estudiado. Los 4 subgrupos fueron: Rendimiento deficiente (T <> 61). Luego, estos subgrupos fueron comparados en el rendimiento que habían tenido en las pruebas cognitivas iniciales. Un dato adicional que se analizó fue el número de años de escolaridad de las madres, debido a la relación existente entre la alfabetización del hogar y el aprendizaje escolar básico.
Las pruebas. La LECTURA. Se aplicaron dos pruebas lectoras de evaluación colectiva, que tienen características muy diferentes
a) Prueba Interamericana de Lectura (Nivel 1, para Primero, y Nivel 2 para Segundo y Tercer año). (Escala Interamericana de Lectura, Guidance Testing Association, San Antonio, Texas, 1962). Los niños deben leer palabras y/o textos y asociarlos con representaciones gráficas de sus significados. Los palabras de la prueba en su nivel inicial van desde contenidos concretos y de uso frecuente hasta otros más abstractos. El Nivel 1 evalúa el Vocabulario leído y la Comprensión Lectora, dando un puntaje total, que es la suma de los puntos obtenidos separadamente en cada escala. El Nivel 2 evalúa el Vocabulario leído, la Velocidad y la Comprensión Lectora. La lectura de palabras, frases y textos está mediada por dibujos que representan la idea expuesta en la escritura. Se controla el tiempo de ejecución de las pruebas.
b) Prueba de Eficiencia Lectora de Murcia, de
Carrillo y Marín (1996). Comprende 64 series de frases simples que deben completarse buscando la palabra adecuada. Por ejemplo, "Tu pelota es color... rogo-roco-robo-rojo"; El caballo tenía la pata... ropa-rola-rota-roka". Algunas de las palabras que deben señalar son fonológicamente similares y otras ortográficamente semejantes. Con esta prueba también se controla la velocidad de lectura. Ambas pruebas permiten evaluar objetivamente el rendimiento lector de los niños y sus puntajes se transformaron en Puntaje estandarizado T para efectos de su comparación.
LAS PRUEBAS INICIALES
1) Test PPL (Pruebas Predictivas de Lectura), que tiene por objetivo determinar el desarrollo psicolingüístico de los niños en tres áreas: fonológica, semántica y sintáctica (
Bravo 1997). Tiene 4 subtests:
PPL-1: consiste en separar el primer fonema de 8 palabras escuchadas. El examinador dice a los niños cada palabra, y ellos deben verbalizar el fonema de la primera letra, separándola del resto de la palabra. (Al escuchar pato: deben identificar el fonema /p/). (Las palabras son: sapo, mesa, rosa, foca, gato, limón, pala y tuna). Evalúa Conciencia fonológica.
PPL-2: consiste en segmentar 8 pseudopalabras en los fonemas que las componen (Ellas son: sil, mer, ado, nalu, tigo, pafi, bujo, resi). El niño debe pronunciar cada fonema, no las letras. Evalúa la Conciencia fonológica en un nivel más avanzado que la identificación del fonema inicial.
PPL-3: consiste en completar 12 analogías verbales, tales como: "El pan se come, el agua..."; "El algodón es blando, el fierro... "; "El lápiz es largo, la pelota...". Evalúa aspectos semánticos y de razonamiento analógico.
PPL-4: consiste en ordenar oralmente 8 oraciones simples de 3, 4 y 5 palabras. (Por ejemplo: "alto" "Juan" "es"). Este subtest evalúa aspectos del desarrollo semántico en el significado de las palabras, y del sintáctico, por el ordenamiento correcto de las oraciones.
2) Reconocimiento visual de nombres propios de los compañeros del curso. Los niños deben reconocer los nombres de sus compañeros y el propio en la lista de su curso. Se suman los nombres reconocidos correctamente, aunque no sean leídos literalmente (Prueba ELEA 1). Evalúa lectura logográfica
3) Reconocimiento de los días de la semana en una hoja del calendario (Prueba ELEA 2). Evalúa lectura logográfica
4) Conocimiento del Alfabeto y Prelectura (PRUEBA DE ALFABETIZACION INICIAL "P.A.I" (
Villalón y Rolla 2000). La primera consiste en pedir a los niños la identificación de las 27 letras por su nombre, sonido o como fonema inicial de una palabra. El puntaje obtenido es igual al número de letras conocidas. La segunda de hacer "leer" a los niños 6 palabras que van acompañadas de dibujos. Se suma un punto por cada palabra leída correctamente.
5) Test de Raven (
Raven 1999): Es un test internacionalmente reconocido, porque evalúa el factor "g" de la inteligencia mediante pruebas que no son verbales. El sujeto debe deducir relaciones entre algunas figuras geométricas y luego encontrar el correlato adecuado. No es un test de CI, sino de habilidad cognitiva para abstraer elementos visuales que configuran un gráfico de forma más o menos compleja. Para los efectos de este estudio se compararon los resultados en puntajes directos, por no disponer de una estandarización adecuada para el grupo en estudio.
Cálculos. Se calcularon las diferencias en lectura y en las pruebas iniciales, mediante ANOVA. Las diferencias entre subgrupos se calcularon mediante el test de Scheffé. Finalmente se hizo un cálculo de regresión de las variables iniciales sobre la lectura del tercer año, a fin de conocer las pruebas más predictivas.
DISCUSION Y CONCLUSIONES La primera conclusión que se puede obtener de este seguimiento es la persistencia del nivel de rendimiento lector en los tres años estudiados. Los resultados señalan que el subgrupo de niños que empezaron con mejor nivel prelector, en el reconocimiento de letras, y en el reconocimiento de nombres escritos con cierto grado de desarrollo de la conciencia fonológica, con mejor habilidad para determinar analogías verbales y mejor rendimiento en la pruebas de Raven, fueron mejores lectores en los tres años. Por otra parte, los niños del subgrupo que no lograron identificar el primer fonema de las palabras, segmentar pseudopalabras, encontrar analogías verbales, reconocer nombre escritos o identificar el nombre de las letras, cuando entraron al primer año, fueron los lectores más deficientes durante todo el período. Es decir, que el rendimiento lector hasta 3er año estaría parcialmente predeterminado desde el ingreso a la educación básica. Este resultado tiene dos alcances: por un lado, resalta la importancia de labor de preparación para la lectura que se efectúe en los Jardines Infantiles y en Kindergarten. El 96% del grupo cursó Kindergarten, pero no todos tuvieron el mismo nivel de preparación para leer al ingreasr a educación básica. Es probable que haya habido mucha diferencia entre los diversos Kindergarten que cursaron, variable que no formó parte de esta investigación. Los resultados señalan que los niños que tuvieron mejor rendimiento fueron los que ya habían desarrollado un mejor nivel cognitivo y psicolingüístico y tenían una mejor capacidad de abstracción cuando ingresaron. Estos procesos cognitivos pueden haber constituido una plataforma adecuada para avanzar en la lectura durante los tres primeros años básicos. En algunos niños, al ingresar al primer año ya había cierto grado de desarrollo del lenguaje escrito y es probable que algunos de ellos ya pudieran leer. Estos antecedentes confirman que el aprendizaje de la lectura es un proceso acumulativo que se efectúa a partir de algunos procesos cognitivos que en algunos niños están desarrollados al ingresar a la escuela. Este mejor desarrollo puede ser consecuencia de un aprendizaje implícito, estimulado por el ambiente familiar. Esta explicación se relaciona con que los años de escolaridad de las madres discriminaron significativamente los grupos con mejor y más bajo rendimiento a fines del tercer año. Sin embargo, esta misma variable no los discriminó en el primer año. Es decir, que el efecto producido por la escolaridad de las madres sólo sería determinante en una etapa más avanzada del aprendizaje de la lectura. Las diferencias de varianzas entre los subgrupos, evaluadas con el test de Scheffé, mostraron que la mayor discriminación se produjo entre el subgrupo 4 de mejor rendimiento con los subgrupos 1, 2 y 3. No así entre el subgrupo 1 de menor rendimiento lector con los subgrupos 2 y 3. Es decir, que a partir de estas pruebas aplicadas es posible determinar con mayor facilidad quiénes serán buenos lectores y quiénes tendrán un bajo rendimiento. Al mismo tiempo, estos datos indican dónde debieran centrarse algunos objetivos de las estrategias pedagógicas de los Jardines Infantiles y Kindergarten en relación con el aprendizaje del lenguaje escrito. Es probable que la metodología de categorizar el nivel de lectura a partir del rendimiento en el 3er año tenga sus limitaciones, pues no analiza las evoluciones individuales en este aprendizaje. Se puede suponer cierta variabilidad en el rendimiento de los niños. Sin embargo, un análisis de la evolución individual a partir del 1er año mostró que el 54% de 49 niños que tuvieron el menor rendimiento en este curso, lo mantuvieron en 3º. Algunos de ellos (25%) lo disminuyeron entre 1º y 3º. La persistencia del retardo para leer durante tres años muestra en ellos cierta ineficiencia del proceso pedagógico de enseñanza de la lectura. En un subgrupo correspondiente al 10% del grupo total el rendimiento se mantuvo constantemente bajo. La acción pedagógica corriente de enseñanza de la lectura no modificó su situación inicial, lo cual lleva a plantearse la necesidad de establecer una estrategia más personalizada de evaluación inicial y de enseñanza del lenguaje escrito desde el momento en que ingresan al primer año.
Vellutino y Scanlon (2002) comprobaron que una estrategia pedagógica intensiva, diaria e individual, disminuye en dos tercios los niños con retraso lector inicial.
Estos resultados coinciden con otras investigaciones recientes que muestran que hay procesos cognitivos y psicolingüísticos que se desarrollan durante los años preescolares, que son fundacionales para el éxito en el aprendizaje de la lectura. Este aprendizaje tiene una emergencia progresiva en interacción con las habilidades cognitivas de los niños (
Parrila, Kirby y McQuarrie 2004; Mann y Foy 2003).
Por otra parte, algunos estudios sobre las fases del aprendizaje lector muestran que aprender a leer se produce siguiendo una secuencia de estrategias cognitivas para la decodificación y el reconocimiento de las palabras, a partir de algunos procesos cognitivos fundacionales (
Seymour y Evans 1994). En la presente investigación el efecto de estos procesos fundacionales mantuvo cierta estabilidad durante los tres primeros años iniciales y pueden ser considerados predictivos de este aprendizaje.
El aprendizaje del lenguaje escrito, a partir del desarrollo de la conciencia fonológica, de la conciencia alfabética, de la abstracción y las analogías verbales, permite a los niños ir aplicando estrategias de decodificación y comprensión del lenguaje escrito, que se manifiestan inicialmente en el reconocimiento fonológico de las letras, el reconocimiento visual ortográfico y semántico de las palabras. Sin embargo, el hecho de que todos estos procesos cognitivos aparezcan como fundacionales y predictivos para aprender a leer, no significa que sean suficientes, ya que el aprendizaje lector se realiza en interacción con las metodologías de enseñanza y los textos. En el grupo estudiado, las tres variables iniciales que explicaron una tercera parte de la varianza de la lectura en tercer año fueron, precisamente, la identificación de las letras, las analogías verbales y el test de Raven.
Una conclusión de las investigaciones recientes es que los procesos fundacionales de la lectura inicial son indispensables para el aprendizaje del lenguaje escrito y ellos pueden desarrollarse en los años de Jardín Infantil y de Kindergarten, siempre que se siga una estrategia metodológica adecuada. El bajo rendimiento que se observa en algunos alumnos de educación básica puede explicarse por un desarrollo insuficiente de los procesos fundacionales de la lectura en el momento de ingresar al primer año. Si no se aplican estrategias psicopedagógicas especiales en Kindergarten y en los primeros años, este déficit cognitivo afectará a todo el proceso de aprendizaje lector.




Análisis
Este artículo describe los estudió principalmente de la evolución en lectura y las variables iniciales más predicativas del rendimiento final. Se encontró una fuerte estabilidad en el rendimiento en lectura. Los niños que ya traían a su ingreso al primer año ciertas bases prelectoras, como el conocimiento de las letras, el reconocimiento de nombres propios, días de la semana y conciencia fonológica fueron mejores lectores durante todo el período estudiado. permite descubrir ideas e información dentro de un texto escrito. Hace referencia a una lectura cuidadosa, activa, reflexiva y analítica. Se asocia al pensamiento crítico.
Harris y Hodges: Lectura Crítica es El proceso de hacer juicios en la lectura: evaluar la relevancia y la idoneidad de lo que se lee...” (2) un acto de lectura que utiliza una actitud interrogadora, el análisis lógico y la inferencia para juzgar el valor de lo que se lee de acuerdo a un estándar establecido... Entre las habilidades identificadas para hacer juicios en la lectura crítica están las que tienen que ver con la intención o propósito del autor; con la exactitud, lógica, confiabilidad y autenticidad del escrito; y con las formas literarias, partes constitutivas y los recursos de la trama identificados por medio del análisis literario” en el proceso de la lectura podemos destacar;
Procesos de comprensión: Comprender globalmente: Consideración del texto como un todo. Capacidad de identificar la idea principal o general de un texto.
Obtener información: Atención a las partes de un texto, a fragmentos independientes
de información. Capacidad para localizar y extraer una información en un texto.
Elaborar una interpretación: Atención a las partes de un texto, a la comprensión de las relaciones. Capacidad para extraer el significado y realizar inferencias a partir de la información escrita.
Reflexionar sobre el contenido de un texto: Utilización del conocimiento exterior.
Capacidad para relacionar el contenido de un texto con el conocimiento y las experiencias previas.
Reflexionar sobre la estructura de un texto: Utilización del conocimiento exterior.
Capacidad de relacionar la forma de un texto con su utilidad y con la actitud
e intención del autor.


TABLA DE AUTOEVALUACION


RUBRICAS/PUNTOS

1

2

3

4

5

1

Presento un texto que trata los temas desde una perspectiva educativa y es de mucho interés. (esto por que todos mis compañeros y compañeras están invitados a leer mis textos y comentarios)





X

2

Presento un texto que tiene una extensión mínima de al menos el equivalente en Word a 3 hojas de oficio. (el máximo no está regulado)





X

3

La presentación la he realizado de tal manera que sea de fácil lectura (respecto al color, tamaño y diseño de la letra) y se puede distinguir con claridad, en la presentación, el texto de mi análisis.





X

4

Le he incorporado al texto algunos gráficos o dibujos o fotografías alusivas al tema tratado, pues considero que esto invita a una lectura más amena y denota más interés por parte del o la autora del blog (y he incorporado mi propia fotografía)





X

5

Inicio mi análisis planteando como yo entiendo lo desarrollado por el autor (parafraseo)




X


6

Durante el análisis planteo con claridad mis planteamientos, críticas, puntos concordantes o discordantes con el autor/a.




X


7

Durante el análisis utilizo frecuentemente el recurso “citas de otros autores” para reforzar lo que he planteado yo, o algún punto que considero importante tratado por el autor del texto.




X


8

Las citas que utilizo son de diversas fuentes, tales como, otros autores buscados por mi, autores o ideas tratadas en clases, citas de presentaciones o disertaciones de mis compañeros, citas de artículos anteriores, etc.



X



9

Realizo en mi análisis aplicaciones o referencias a nuestra realidad educativa si es un texto extranjero, o a realidades educativas que yo he vivenciado para explicar con un sentido contextual el texto presentado.





X

10

En el último punto del análisis presento una síntesis de lo que he querido expresar, a modo de conclusión.





X

Suma parcial de puntos de cada columna:






Mi suma total de puntos, según la suma parcial anterior, es de 45 puntos.

La nota de mi autoevaluación es: 63

La nota se obtiene multiplicando el puntaje total por 0.14

(Ej.: 50 ptos. Por 0.14 = 7.0)